Es torno al clima de elecciones y principalmente de la simplificación de argumentos respecto a la viabilidad de alternativas distintas a esta democracia tutelada, quisiera compartir un interesante análisis que encontré en el Blog de Guido Ruiz:
http://guidoruiz.wordpress.com/2011/11/06/%C2%BFcree-usted-que-chile-es-un-pais-capitalista/
¿Es Chile un país capitalista?
¿Se ha llevado a cabo el proceso del capitalismo tal y como pregona su filosofía respecto a las libertades y al emprendimiento individual?
Lo más sencillo en este punto es afirmar que sí, que Chile es un país capitalista, y que el capitalismo neoliberal de fines del siglo XX es el origen de todos nuestros males a la fecha. Sin embargo, sostengo que esto es una conclusión superficial acerca de nuestro transcurrir como país. Lo que más me parece a mí es que nuestros problemas se arrastran desde su fundación, desde sus bases históricas. Desde ahí que el capital colonial extranjero y nacional gobierna al país solidario, colaborador, soñador y sencillo -y socialista- que es realmente Chile. El capitalismo neoliberal de fin de siglo es sólo la guinda de la torta a la cual seguramente habríamos llegado de cualquier modo. Lo más triste de todo es que se implantó a la chilena, vale decir, se adaptó deliciosamente al sistema de abusos que han existido durante toda la historia patria. “¡Seamos emprendedores!” se nos dice hoy, “Chile potencia el emprendimiento”, “generemos más pequeñas y medianas empresas”. Los discursos oficiales están llenos de las palabras “emprendedor”, “pequeño empresario”, “innovador”, “capital semilla”, “incubadora de negocios”, “PyME”, “MyPE”… y se nos intenta vender el sueño americano del negocio propio, próspero y lucrativo. Para facilitarlo, abundan los consultores, asesores, facilitadores y todo tipo de charlatanes 2.0 quienes ofrecen la materialización de los más dulces delirios de las personas. ¿Qué hay de cierto en todo eso? De nuevo: ¿Es Chile un país capitalista? Para responder esta pregunta clave, presento el siguiente análisis, que aborda la imagen de un Chile capitalista según los principios filosóficos y éticos sobre los que se alza esta teoría, y no sobre las deformaciones locales y mundiales que han llevado una crisis generalizada de corrupción, tráfico de influencias, especulación bursátil y abusos de los ciudadanos.
Vamos por pasos:
Energía: Si Chile fuera capitalista habría, sobre todo, una muy elaborada política energética nacional, que actualmente el país no tiene y que no ha tenido nunca. La energía es necesaria para el emprendimiento en prácticamente cualquier rubro. Si la energía en un país es cara, ello se vuelve una traba para los micro, pequeños y medianos empresarios. Solo los grandes sobreviven. Dada las dimensiones del país, para lo que se refiere a transporte, se haría impensable mantener costos elevados para el combustible. En Chile gran parte del problema de la gasolina y el petróleo se habrían resuelto con un contrato de salida al mar a Bolivia a cambio de acceso económico al gas y al petróleo del país andino. Ambos países ganaríamos indudablemente y paliaríamos parte importante de nuestras miserias. Se acabaría el impuesto específico al combustible, que es absolutamente incompatible con el capitalismo y que afecta tanto a las grandes líneas de transporte como a los pequeños empresarios del rubro. La energía hidroeléctrica y las energías renovables serían administradas por inversiones regionales, gracias a un sistema descentralizado que regularía el uso y la distribución de la energía, evitando abusos financieros y ecológicos derivados de la centralización política, administrativa y financiera del país.
Comunicaciones vía internet: Internet es hoy, en muchísimos casos, imprescindible para realizar negocios y por ello su costo debe ser bajo. Actualmente su precio en Chile supera al de países como Holanda o Estados Unidos. Si Chile fuese un país capitalista, internet costaría menos y usted pagaría menos por leer este posteo. Esto se vuelve determinante en un país tan centralizado como el nuestro.
Descentralización: Un país capitalista no puede mantener un estado hegemónico y centralizado política, administrativa y financieramente en una sola ciudad. Esto es muy propio de los “países-colonia” del tercer mundo: nuestro mundo. Si Chile fuera capitalista, se fomentaría el emprendimiento en las regiones de modo de ampliar la distribución geográfica del capital, garantizando que el desarrollo humano llegue a todos los sectores. Para esto sería imprescindible que exista la mayor autodeterminación de las regiones en cuanto a elección de sus autoridades, de modo de poder direccionar el fomento según la perspectiva de sus habitantes y plantear una propuesta y negociación con el gobierno central. Esto habría de incluir la producción energética, cuyo uso debería priorizar al fomento de la región productora y luego atender lo mejor posible las necesidades de aquellas regiones que no producen energía, en tanto no se atente contra los derechos de la región productora. Paralelamente, existiría diversidad en cuanto a legislación tributaria, de modo de poder generar sistemas diferenciados, propios y plenamente compatibles con la tendencia de fomento de cada región.
Burocracia y especulación: Si Chile fuese un país capitalista, la burocracia se evitaría y disminuiría al mínimo. Tanto la generación de empresas como los sistemas de tributación, de pagos, de créditos de inversión y de ahorros serían sencillos y sin intermediarios. En lugar de promover un sistema de intermediarios especuladores que trabajan con el dinero que los ciudadanos ahorran como previsión (AFP), se procuraría educar e informar a la población en lo referente a inversiones promoviendo la capitalización en instrumentos diversos. Las inversiones serían administradas por la banca que, aun siendo privada, habría de entregar orientación e información transparente, oficial y pública frente a las consultas de los clientes. Los fondos de previsión serían a la vez fondos de inversión que podrían ser utilizados por los ciudadanos en futuras actividades de emprendimiento según acuerdo con la banca.
Tributación: Si Chile fuera capitalista, los impuestos específicos se reuducirían al mínimo y el IVA sería más bajo (En la República Bolivariana de Venezuela es del 12% y en Chile de 19%). El impuesto sobre los vehículos motorizados sería bajísimo, puesto que éstos son imprescindibles para el emprendimiento. Tal como ya se señaló, existiría tributación diferenciada dependiendo de la región. Los emprendedores, aunque personas naturales, serían asumidos como empresas y podrían solicitar factura por gran parte de sus compras toda vez que se acrediten como inversión. Ello permitiría la devolución de impuestos para micro y pequeños empresarios de un modo proporcional al de las grandes empresas. La fiscalización tributaria sería plenamente eficiente, lo que hoy no es más que un sueño.
Normativa, regulación y fiscalización: Si Chile fuese un país capitalista, las leyes protegerían al emprendedor, al micro y pequeño empresario, tanto de abusos de la banca como de los especuladores y no viceversa. Existiría un servicio nacional del emprendedor y no sólo del consumidor. Existiría y se fomentaría un servicio de demandas civiles contra la violación a la libre competencia. El Tribunal de Defensa de la Libre Competencia tendría mayores atribuciones e independencia y no se centraría tanto en fusiones sino también en colusiones. A este respecto y precisamente para fomentar la libre competencia, pilar del capitalismo neoliberal, al no garantizarse libre competencia en la generación de un servicio –lo que es común en Chile al ser un país tan pequeño- el estado estaría en la obligación de proveer un servicio estatal provisorio que regule la libre competencia en los rubros dominados por oligopolios de no más de tres miembros. La legislación y sería mucho más estricta y consideraría los recursos comúnmente utilizados para la evasión tributaria (como las empresas espejo), los cuales serían evitados y sancionados.
Turismo: Si Chile fuese capitalista, se fomentaría la que es claramente la más importante posibilidad de emprendimiento a nivel transversal en el país: el turismo. Este rubro es un pilar fundamental de la economía actual de muchos países desarrollados. En Chile, diversos sectores como la construcción, vialidad, educación, conservación natural y seguridad, estarían dirigidos a generar emprendimiento en el sector turismo. Ello podría convertir a Chile en una potencia de desarrollo humano a nivel mundial sin necesidad de alterar su ecosistema, sino todo lo contrario. Un Ministerio de Turismo sería esencial y el financiamiento de la banca a nivel nacional debería estar dirigido hacia esa área.
Financiamiento a emprendedores: Finalmente, si Chile fuese un país capitalista, sería la banca privada la que entregaría directamente préstamos de capital de inicio contra proyectos viables y, según el caso, bajo acuerdos de participación. Esto es lo habitual en los países capitalistas. Así proliferarían los créditos de inversión sobre proyectos concretos y calificados en lugar de los créditos de consumo que desangran a los asalariados por su escasa regulación y políticas abusivas. No existirían las dádivas que actualmente otorgan los organismos estatales encargados de velar por el fomento a la producción, industrialización e innovación de país.
Entonces, si Chile no es realmente capitalista ¿qué es?
Interesante pregunta ¿no? Chile es lo que siempre ha sido, pero ampliado y corregido: un pastiche, un mal híbrido de políticas salvajes de libre mercado que castigan a la clase media y baja del país mezcladas con tardíos parches de protección social que intentan amortiguar los abusos sistemáticos mediante dádivas a los pobres. Chile es un país diseñado en función de los grandes empresarios nacionales y extranjeros para quienes trabajan los legisladores, y de los especuladores que se hicieron oportunamente de las empresas estatales privatizadas. Chile es el paraíso de los intermediarios que no aportan a la producción, de los usureros, de los yanaconas que venden salud y educación, de los políticos oportunistas, de los asesores, los consultores sin experiencia, los facilitadores, los motivadores y cuanto chanta permite el neoliberalismo. Finalmente en Chile se ha consolidado a lo expresado por Víctor Jara en aquella tonada, pues nuestro país: “no es na, ni chicha ni limoná, se la pasa manoseando caramba zamba su dignidá…”
Si usted cree ser un empresario pujante, si cree ser pro capitalista y neoliberal, si cree que ese modelo está bien implementado en Chile y que así como está es lo más razonable y conveniente para el país, votó por Sebastián Piñera y a la vez usted pertenece al 10% de la población que concentra el poder económico del país, pues lo entiendo sinceramente. Si usted cree todo lo anterior pero no está en el 10% que concentra el poder económico del país, sírvase juzgarse usted mismo.
(PD: Si encima usted no es empresario, sino asalariado, mejor que ni se juzgue…)
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Octubre 2019 y seguimos sumergidos es lo mismo
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